Una playa en Normandía.
Una mañana fría y calma de octubre.
Un hombre y una mujer.
Él se acerca suavemente y le explica,
sonriente, que está prohibido llevarse las piedras bajo
amenazas de multa severa.
Demasiado tarde… ellas se acurrucan silenciosas en su
bolsillo.
Hoy duermen en mi mesa de luz.
1 comentario:
Qué bonito texto Elisa, me gustan tus finales.
(No es halago de blog, es que me gustan, eh)
Publicar un comentario