sábado, septiembre 14, 2013

el día después


Cuando uno entra el tiempo deja de existir, y con ese tiempo detenido uno mismo se pone en estado de espera.
Un objeto a estudiar, arcilla en manos de otros hombres.
Un poco el mismo miedo que nos trajo hasta aquí no nos permite levantarnos e irnos. Pero es más la inercia, el ponerse en el lugar del objeto lo que no nos deja rebelarnos y escapar.
Los hombres de blanco nos han convencido de que saben lo que hacen, de que saben qué es lo mejor para nosotros.
No les creemos, pero permanecemos acostados en la camilla, pacientes.
Etimológicamente perfecta, esa palabra nos define.
Pacientemente esperamos a que el tiempo se ponga en marcha nuevamente.

Pasamos de la desesperante espera a la angustia del no saber que pasa.
Lo único que queremos es que el tiempo reanude su marcha, y que avance para el lado correcto, el de nuestra rutina tranquilizadora, ahora rota silenciosamente.

No pasa nada, eso debería ser suficiente...  Nada pasará, si dios quiere (como dicen los viejos) . nada grave pasará, trato de convencerme...Pero ahora uno es nadie, flotando en la espera.

Y lo peor es cuando pasa algo y no es lo que uno deseaba. Cables, mangueras, luces y aparatos conectados a ese cuerpo que ya no nos pertenece. Porque sí, porque lo dicen las arbitrarias reglas que ellos escribieron y hacen cumplir, no porque sea necesario, sólo para demostrarnos definitivamente que nos poseen. Y no se trata de una posesión amorosa, es la invasión violenta de un guerrero sutil pero no por eso menos bárbaro.

Que esté todo bien, que esté todo bien, qué esté todo bien. Es lo único que me atrevo a pedir, esperando.

Ganas de llorar, de vomitar, de cagar... Un agujero en el estómago, frío, voces interiores que tratan de reafirmar que está todo bien, que es un examen de rutina y otra voz, que intento amordazar, la voz del miedo.

A pesar de todo, no era yo en una cama de hospital. Era otro que también soy yo.

A pesar de todo, gracias a dios, como dicen los viejos, como estoy empezando a decir yo, todo pasó.
Hoy es el día después… puedo recuperar mi rutina, doy una vuelta a la manzana , saco fotos

Hoy, revisando mis notas descubrí ésta, inconclusa. Ahora, terminó.

Gracias a dios.



3 comentarios:

Vivian dijo...

Después vendré a leer.

Vivian dijo...

Qué hermoso el final, me gusta esa oración que cierra luego de una gran expectativa. Hace poco pasé por un examen que nos pidieron en el trabajo, no sé cuántos hombres de blanco me revisaron, y en cada uno repetía la frase “Que todo esté bien” (El temor siempre está)
A veces los otros somos nosotros, y viceversa. Y sí, Elisa también escribe.
Me alegra que todo haya pasado.
Esa foto de la sombra es muy buena, digo yo, que no sé mucho (pero tengo ojos)

Tesa Medina dijo...

Elisa, me he sentido muy identificada con lo que cuentas. Esa angustia de que todo esté bien, me embarga en cad visita obligada al médico.

No soy de la que me hago pruebas anuales ni nada de eso, suelo pasar bastante de que me anden mirando, pero tengo un corazón que asusta a los fonendos y casi no dejo que me lo escuchen por temor a quedarme en esa camilla y oír algo que temo.

Tienes unas fotos maravillosas en este blog, y unos textos...Me encanta, Elisa, así que a ver si no se me olvida pasar más a menudo.

Un beso, y menos mal que todo estaba bien.